Antes de este mundo signado por la pandemia, Virginia Cabrera sintió y decidió convertirse en madre donante de leche materna. Algo había escuchado y leído en las redes sociales y la idea ya estaba consolidada para ella. En aquel momento, su pequeño hijo Ramiro tenía apenas semanas de vida. Con la decisión tomada, empezó a averiguar cómo hacer para donar leche materna pero el famoso coronavirus se asomó y detuvo la vida (y su idea de donar leche materna) de todos por largos meses.
En plena pandemia y con su pequeño bebé, aquella idea quedó en pausa. Sin embargo, el famoso destino armó su estrategia. Es que Virginia y Nicolás, los padres de Ramiro, decidieron que su pequeño bebé no usara pañales descartables y apostaron por los de tela. “Lo decidimos con la idea de cuidar el planeta y no generar más plástico. Además, te cuento, están re avanzados los pañales de tela hoy, vienen con dibujos, todo”, cuenta Virginia aprovechando para sumar adeptos al cuidado del Medio Ambiente.
Fue allí, en la búsqueda de esos pañales de tela, que conoció a una mujer que los vendía. “Noté que tenía gemelos y, obvio, nos pusimos a charlar. Me contó que ella había tenido a sus dos nenes internados y que le costó mucho. También me explicó que los dos habían recibido leche materna del banco y lo importante que era”, cuenta Virginia.
El destino dejó la brújula tras ese encuentro. Pero no fue instantáneo. Al poco tiempo, Virginia y Nico se enteraron de lo que sería la llegada de Malú. «Fue justo el año pasado, para esta misma época, para la Semana de la Lactancia Materna, que ella (la mujer que vendía los pañales de tela) publicó en sus redes la importancia de donar leche materna. Me decidí al toque. Pensé que era la oportunidad. Cuando nació Malú hace dos meses, una vez que ya agarró bien la teta y ví que me sobraba leche, empecé a juntar”, relata Virginia.
Comenzó a averiguar cómo era el proceso y allí, tras contactar al Banco de Leche, se encontró con el personal de la Fundación Baylor Argentina, que buscó que fuese lo más sencillo y práctico posible para Virginia. “Tengo que decir que las chicas fueron super atentas, me dieron toda la información y muy rápidamente ya entregamos las primeras tres botellitas de leche. Pequeñas, pero importantes”, relata mientras sus últimas palabras parecen ser un resumen idílico de su donación y el amor desinteresado que se esconde detrás de su acción. “Son unos genios, vinieron incluso a buscar la leche a casa porque te imaginás que con los dos chicos no es fácil. Mi marido se va a trabajar y cuando termino de cambiar a uno, ya tengo que empezar a cambiar al otro”, bromea sobre la cotidianeidad de su vida con un bebé (Ramiro) a punto de cumplir 2 años y otro (Malú) de 2 meses. Y acto seguido, aclara casi como una advertencia: “Ojo que mi idea es seguir donando mientras pueda”
Virginia tiene 35 años y es docente. Su vida está ligada a Añelo desde los primeros días de vida. Sus padres llegaron a esa localidad a comienzos de la década del ´70 para trabajar con una familia reconocida del lugar. El hombre empezó a analizar el movimiento de la ciudad que empezaba a moverse al ritmo del petróleo. Observó que hacía falta un barcito, un lugar donde comer algo y seguir. Y lo abrió. “Un barcito con una barra, buscaban la comida y ya”, cuenta.
Pero no quedó ahí para aquel pionero. Empezó a notar que era necesario un hospedaje, un lugar donde pasar la noche, porque en aquel momento no había nada. “Una empresa le dijo que le daba la plata para hacerlo y que después le devolviera con servicio. Y así construyó el hospedaje Añelo”, agrega Virginia.
Tiene grandes recuerdos de aquellos viejos tiempos en Añelo, en el que cierra los ojos y le parece observar, cual registro reciente, aquellas Navidades cuando era chica en las que todo el pueblo se reunía en la calle en una celebración conjunta. “Eramos 30 personas”, recuerda.
Cuando terminó la secundaria, Virginia estudió para maestra de nivel inicial en Neuquén y, en el medio, volvió a Añelo a tener a su primera hija: Morena, que hoy tiene 13 años. En 2015 conoció a «Nico», se casaron y tuvieron a Ramiro y Malú. Tiene un cargo en la escuela de Aguada San Roque, pero está de licencia. Hoy, además de ser madre donante de leche materna, amamanta al mismo tiempo a sus dos pequeños. «Toman en tándem”, bromea.
El Banco de Leche Humana del Neuquén fue inaugurado en junio de 2016 y es el primero de la Patagonia. Funciona en el hospital de Complejidad VI de Cutral Co-Plaza Huincul y es un centro especializado, receptor de leche de madres donantes y tienen la misión de asegurar la alimentación con leche humana pasteurizada (LHP) de los niñas y niños nacidos o ingresados en instituciones asistenciales. Desde su inicio, recolectó más de 2000 litros de leche humana de más de 1.400 madres donantes.
La Fundación Baylor Argentina es filial de la red BIPAI y uno de los nueve programas que se desprenden alrededor del mundo y su socio fundador y sponsor mayoritario es Chevron. En Neuquén, Baylor desarrolla diferentes programas de promoción de la salud y prevención de enfermedades en Rincón de los Sauces, el barrio Ciudad Industrial de la capital neuquina, Añelo y zonas de influencia como Los Chihuidos y Aguada San Roque.
La Fundación colabora con las donaciones y el transporte adecuado de esa leche donada. En este proceso, estamos especialmente atentos para ayudar a la madre donante en los que necesite. Primero se explican los requisitos, se brinda información, se le gestiona la visita a un médico para realizar los análisis de sangre de rigor y, si la paciente acepta, la contactamos con el Banco de leche materna provincial. Estamos pendientes y atentos a todo el proceso para poder solucionar cualquier inconveniente. La Fundación Baylor Argentina apoya al Hospital de Añelo para que se acredite ante el Ministerio de Salud de Neuquén como Centro Amigo de la Lactancia.
En este caso, queremos agradecer especialmente a Sandra Weder y Alejandro Ballerio del hospital Bouquet Roldán, a la nutricionista Astrid Henoch del Banco de Leche Materna, a los hospitales de Plottier y Cutral Co y a todo el equipo que trabaja para que la donación de leche materna sea posible. Y, principalmente, queremos agradecer, valorar y amplificar a Virginia y su amor desinteresado.
Testimonial: Virginia and breast milk donations, a story of love worth replicating
Before the pandemic arrived, Virginia Cabrera felt and decided to become a mother’s milk donor. She had heard and read about it on social networks and the idea started rumbling her mind. At that time, her small son Ramiro was a few weeks old. Then, she made up her mind and started to get some information to donate mother’s milk, but Coronavirus broke in and stopped lives as we knew them for months (just as her idea to donate her milk).
During the pandemic and with her baby around, her idea came to a halt. However, destiny played another card. The thing is that Virginia and Nicolás, Ramiro’s parents, decided that their child would not wear disposable diapers but cloth diapers. “We made that decision with the intention of taking care of the environment and cut down on plastic production. In addition, I have to add that today’s cloth diapers are quite advanced, they have attractive drawings and everything,” says Virginia in order to get more people following this trend.
So there, in the look for those diapers, Virginia met a woman who sold them. “I noticed she had identical twins and, obviously we started to chat. She told me she had had both of her babies in hospital and it had been hard. She also told me both her babies had received milk from the milk bank, and she pointed how important that had been,” she adds.
Destiny left its mark there. But it wasn’t immediate. Sometime later, Virginia and Nico found out Malú was on her way. «It was last year, at about this time, during the week of Breast Feeding in Argentina, that the woman who sold the cloth diapers published on social media the importance of donating mother’s milk. I wasted no time. I thought this was my chance. When Malú was born two months ago, once I saw she was getting used to breast feeding, and that I had some extra milk, I started to collect the extra,” says Virginia.
Virginia started to do some research on the process and after contacting the Milk Bank, she met Fundación Baylor Argentina staff, who helped her go through the process in the simplest and most practical way. “I have to say that everybody was super nice, they gave me information and, in no time, we delivered the first three bottles of milk. Small but important,” she tells while her last words sound like an idyllic summary of her donation and the selfless love she communicates in her acts. “They are fantastic, they even came to get the milk at home because, as you can imagine it’s not easy with two small children. My husband goes to work and when I finish changing one and I have to start with the other,” she makes a joke on her daily routine with Ramiro, almost 2 and Malú, two months. And immediately she adds: “I’ll keep on donating the longest I can.”
Virginia is 35 and she is a teacher. She’s been tied to Añelo for life. Her parents arrived in the location early in the ´70s to work with a traditional family in the place. Her father noticed the location movement and how oil was becoming more important. He noticed the location needed a bar, a place where to eat and move on. He opened it. “A small bar, people came in to fetch their food and left,” she tells.
But that pioneer did not stop there. He noticed an inn was necessary, a place where to spend the night and leave. At that time, there wasn’t any. “A company told him that they would fund the venture and he could pay back with services. And he built the inn in Añelo,” Virginia adds.
She has great memories from those times in Añelo. She closes her eyes and seems to recall a recent image, those Christmas when locals gathered in the street to celebrate. “We were 30 people,” she remembers.
When she finished high school, Virginia studied to become a primary school teacher in Neuquén and, at that time, she returned to Añelo to give birth to her first daughter: Morena, today 13. In 2015, she met «Nico», they got married and had Ramiro and Malú. She has a job at school in Aguada San Roque, but she is on leave. Today, in addition to being a mother’s milk donor, she breast-feeds her two children. «They do so in tandem,” she laughs.
The mother’s milk bank in Neuquén was opened in June 2016 and it is the first in Patagonia. It works at the Cutral Co-Plaza Huincul Hospital, Complexity IV institution, which is a specialized center that receives mother’s milk donated and has the mission to secure feeding with human pasteurized milk for children born or in healthcare institutions. Since its beginnings, it has collected 2000 liters of human milk from over 1,400 donor mothers.
Fundación Baylor Argentina is part of BIPAI network and one of the nine programs being run around the world, and its main sponsor and founder is Chevron. In Neuquén, Baylor develops different programs aimed to health promotion and illness prevention in Rincón de los Sauces, the neighborhood Ciudad Industrial of the city of Neuquén, Añelo and surrounding areas such as Los Chihuidos and Aguada San Roque.
Fundación cooperates with donations and adequate transport for the said donated milk. In that process, we’re specially focused on helping donor mothers with their needs. First, requisites are explained, and information offered, then we organize the doctor’s visit for the necessary blood tests and, if the patient accepts, we make the connection with the Provincial Mother’s Milk Bank. We follow the whole process so as to solve any arising inconvenient. Fundación Baylor Argentina supports Añelo Hospital so that the Health Department declares it as Breast-feeding Support Center.
In this case, we’d like to especially thank Sandra Weder and Alejandro Ballerio from Bouquet Roldán Hospital, and the nutrition expert Astrid Henoch from the Mother’s Milk Bank, Plottier and Cutral Co Hospitals and all the team actively working to make mother’s milk donation possible. And, mainly, we’d like to thank, value and praise Virginia for her uninterested and loving contribution.