Susana Beccaria tiene 50 años y, desde hace 31 años, es agente sanitaria en la zona del paraje Chihuido, ubicada cerca de la localidad de Añelo. Desde su nacimiento en el puesto Piedra Pintada (cerca de San Roque), vivió siempre en el campo. Fue a la escuela primaria en Chihuido y, por falta de recursos económicos, no pudo hacer la secundaria. “Mi papá es criadero y era muy humilde, muy pobre”, cuenta.
Cuando tenía 17 años, su destino quedaría marcado casi por casualidad. “Quise irme a Cutral Co para trabajar y anotarme en Gendarmería o Policía. En ese momento era imposible cursar el secundario. Fue en ese momento que un compañero me ofrece quedarme en Chihuido como agente sanitario”, relata Susana.
De allí en más, su vida fue recorrer los puestos cercanos a la zona en busca del contacto con los crianceros de la zona para estar atenta a la Salud de cada uno de ellos. “Es un rol fundamental y que requiere de conocer a la comunidad”, cuenta. Muchos desconocen la labor de los agentes sanitarios, aunque cumplen un rol fundamental dentro del sistema de salud. Son aquellos y aquellas que orientan, promocionan y realizan acción de atención primaria para favorecer el acceso a la salud y a la asistencia.
Destaca que los vecinos y crianceros de la zona de Chihuido y San Roque son gente “humilde, respetuosa” y, especialmente “buenas personas”. “La mayoría son crianceros que tienen caprinos, chicas, algunos tienen vacas y ovejas”, explicó.
La vida y la tecnología han ido cambiando su trabajo, aunque la enorme distancia entre puesto y puesto no permite recorrer más de dos o tres de ellos por día (el más cerca de su recorrido está a 20 kilómetros del lugar de partida). En sus primeros tiempos como agente sanitaria, el recorrido era a caballo. “Fueron 12 años con mi caballo como medio de transporte. En ese momento tenía 42 puestos (lugares alejados del paraje donde sus crianceros tienen sus crias y su hogar) y recorría dos o tres por día.
Luego, un día se encontró con un desafío aún mayor que recorrer tantos kilómetros a caballo. Cuenta Susana que llegó al trabajo y se encontró con una sorpresa. “Acá tenés tu segundo caballo”, le dijeron. El “segundo caballo” era una moto de enduro (de montaña), la cual fue muy difícil de “domar” para Susana. “Me costó muchísimo aprender. Al final, era más arisca la moto que el caballo pero, con el tiempo, me recorrí todo con la moto. Fueron 10 años y era mucho más ágil, aunque había que andar con mucho cuidado, especialmente en el invierno”, indicó.
Finalmente, hace 8 años le asignaron un vehículo para recorrer los puestos. “Ya me queda poca gente, antes eran 42 puestos y ahora sólo 30. Ya sólo queda gente mayor porque la juventud se va a otros lugares más poblados en busca de fuentes de trabajo”, cuenta.
En este contexto, Susana detalla y destaca lo que fue la llegada de la Fundación Baylor Argentina a través de su programa de Salud Rural. “Cada vez que viene la doctora, los vecinos se acercan a pedir turno porque todos quieren ser atendidos. Es muy querida en la localidad”, cuenta Susana. A través del programa de Salud Rural, la doctora Mariana Sosa de la Fundación Baylor Argentina no sólo visita los distintos puestos para atender a los crianceros en sus propias viviendas sino que también atiende consultas en el centro de salud del paraje Chihuido.
“Nos ha agilizado mucho la posibilidad de recibir estas visitas médicas. Pasaron muchos años que no las teníamos y esto ha compensado las visitas que la gente tenía que hacer sí o sí a los radios urbanos. Con la pandemia, toda esta situación se ha tornado aún más compleja”, cerró Susana.