A poco más de cinco kilómetros de la zona más urbanizada de Los Chihuidos, Jacinto Garrido y Margarita Rojas viven desde hace muchos años en el puesto donde cuidan pollos, chivos y terneros. “Soy nacido y criado aquí”, cuenta Jacinto mientras con orgullo su huerta durante la visita médica a su puesto. Jacinto lleva 20 años en el lugar que hoy vive y asegura que “ni loco” iría a la ciudad.

Dentro de la extensa geografía del paraje, hay una enorme cantidad de puesteros que viven en Los Chihuidos. Por la extensión de los campos y la cantidad de animales que poseen, los puesteros ubican sus pequeñas viviendas  en esos terrenos alejados del centro más urbanizado. Hasta allí llegan los médicos de Baylor, acompañados por el sistema de salud público. Una vez por mes, recorren decenas de kilómetros de caminos de ripio y de difícil circulación para atender a cada uno de ellos en su propio lugar de residencia.

“En mi caso las visitas son muy buenas porque requiero un tratamiento porque tengo asma. Ella me revisó y me indicó cómo seguir con el tratamiento. Gracias a Dios, siempre están visitándonos”, explicó Jacinto. Además, resalta la labor del agente sanitario del paraje, quien está “pendiente” de lo que se necesite más allá de la visita del médico. “Cuando lo necesitamos, siempre está con nosotros”, dijo.

Jacinto sufre de asma y la llegada del frío le provocó severos trastornos, especialmente porque el humo de la leña lo complica en su afección. Durante la visita, la médica de Baylor Mariana Sosa le indicó un tratamiento y, además, se le aplicó una vacuna que requería para su cuadro.