Martín tiene 8 años y es alumno de segundo grado de la escuela 154 del barrio Parque Industrial. El pasado mes de agosto, se realizó un control de agudeza visual a niños y niñas del barrio en el marco de uno de los tres programas que la Fundación Baylor Argentina lleva adelante en el lugar. A Martín se le detectó una alta graduación en ambos ojos.

“Él usaba anteojos antes porque le cuesta mucho enfocar. Le cuesta muchísimo leer y, si quiere ver algo, necesita acercarse mucho. Los lentes que tenía se le rompieron y yo averigüé para hacerles unos nuevos, pero el precio era imposible de pagar para mí”, cuenta la tía de Martín. Ariana Villar tiene 28 años, vive cerca del barrio y desde hace algunos meses, su sobrino y sus hermanas viven con ella.

En plena pandemia, Martín asistía a las videollamadas junto a sus compañeritos, pero la maestra le tenía una sorpresa en cada encuentro: las letras que utilizaba tenían un gran tamaño. Él estaba feliz, porque podía leerlas. “La seño y la directora me apoyaron muchísimo. No me puedo quejar de la escuela. Él las cosas grandes las podía ver, las más chicas imposibles. Encima, desde el teléfono peor. Le teníamos que leer nosotros las cosas o le dibujaba las cosas en grande para que pudiera verlas y él después las escribía”, explicó Ariana.

“Antes achicaba mucho los ojitos para poder ver. De hecho, no alcanzaba a enfocar y se chocaba con las cosas. Me decía que no las veía. Ahora, con los lentes, me dice que no ve borroso ni nada. Está descubriendo un mundo nuevo. Ya es otra cosa. Para él, todo va a cambiar totalmente. Me dice: ´tía, ahora puedo ver´. Está feliz”, contó.

La tía de Martín destacó el trato recibido por la Fundación Baylor Argentina. “Fueron muy amables, desde el primer control, hasta tomarle todas las medidas para los lentes y ahora que se los entregaron también. Se tomaron todo el tiempo y le tuvieron toda la paciencia. Les agradezco mucho de corazón, me ayudaron mucho”, explicó.