Ana María vivió durante gran parte de su vida en Allen, hasta que tres años atrás se radicó en Añelo para cuidar a su mamá. Allí vive junto a sus dos nietos, Elizer de 9 años y Marilina, de 13.

Ambos comenzaron a manifestar problemas visuales en la escuela, pero Ana María no tiene mutual y le resultó imposible acceder a los anteojos. “Un día, en el colegio, la Fundación Baylor los revisó y nos dijeron que tenían que usar sí o sí lentes. Pero, como yo no puedo, por suerte nos ayudaron y nos dieron los anteojos para los dos”, cuenta Ana María.

La situación más compleja fue con Elizer. Cuando fue revisado por un especialista, el diagnóstico fue impactante: si no hubiese usado los lentes que recibió, en poco tiempo más habría perdido la vista. “Es grave lo que tiene”, dice Ana María. “El médico lo vio ahora y dijo que estaba muy bien y que no era necesario cambiarle la graduación. Nos dijo que esperemos seis meses más”, agregó.

Según cuenta Ana María, el cambio en la escuela fue total. “Tenía muchos problemas para escribir, pero nosotros pensábamos que era distraído nomás. Por suerte, ahora está muy bien en la escuela y cursando el cuarto grado. La ayuda que nos dieron nos cayó del cielo”, dice. Y agregó: “Ojalá puedan seguir ayudando a muchísimos chicos más. Les agradezco mucho”.