Herminda tiene 69 años y es una conocida vecina de Añelo. Llegó junto a su marido hace 25 años para trabajar en las chacras y en esta localidad tuvo 12 hijos. Hoy tiene a su cargo la responsabilidad de criar a su nieto Alan, que tiene 11 años y desde los seis meses está bajo el cuidado de su abuela.

“Alan es un nene muy tranquilo, bueno y muy compañero. Es mi compañero porque mi esposo falleció hace seis años”, aseguró Herminda. También cuenta que, desde hace un tiempo, el niño comenzó a decirle que no veía bien pero ella no le creyó porque pensó que hacía lo misma broma que supieron hacer sus hijos cuando eran pequeños. “Yo no le creía porque  los chicos son así, ¿viste? Hacen fantasías muchas veces”, describió.

Herminda contó que tampoco evaluaba hacer un control con un oftalmólogo porque queda todo “a trasmano” y les resulta muy difícil trasladarse. “Acá no hay oculistas, no vienen. Y tenemos que ir a otro lugar y yo tengo la obra social  pero no le cubre nada”, explicó.

En ese contexto, Alan fue uno de los niños que participaron del programa de Salud Ocular que realiza la Fundación Baylor Argentina en Añelo. Allí, fue evaluado en el control de agudeza visual que realizan los pediatras de la Fundación y le detectaron inconvenientes en la visión.

Fue así que se le recetaron los anteojos y el diagnóstico incluyó el uso permanente. Al poco tiempo, recibió los lentes gracias al programa de Salud Ocular. “En el colegio mejoró mucho con los lentes. También su calidad de vida”, cuenta Herminda.

“Yo nunca podría haberlo llevado. Quizá algún día, pero es todo un trámite, hay que sacar turno, después tener el dinero para ir a Neuquén o Centenario y finalmente contar con la plata para comprarlos. Muy difícil”, dijo Herminda, quien agradeció la ayuda recibida.